El Bobo.


El bobo no elige a quien guardar dentro de sí, a quien abrirle la puerta y dejar que pase… y (en algunas ocasiones) instalar allí.
El bobo se deja llevar por las grandes cosas, y que la cabeza parece dejar de lado, profundidades y no superficialidades.
El bobo cree, no analiza cada palabra, no admite prueba en contrario, sólo a las pruebas se remite.
El bobo no actúa, (y ese es su mayor error) deja que las neuronas lo hagan primero, para después hacerles entender que se equivocaban, que deberían haberlo seguido a él.
El bobo no conoce de recetas para su dolor, como ellas, aunque a veces un par de cubas libres ayuden, pero después se vuelve.
El bobo vive de ilusiones, y difícilmente ve la realidad, desconoce muchas veces “la verdad de la milanesa”.
El bobo mira con los ojos del alma, que ven más allá de ojos que devuelven miradas, (algunas veces adivina el malestar del otro) los de la cara solo ven su belleza física.
El bobo no entiende de complejos, sólo de formas para superarlos, la cabeza no los tolera.
El bobo entiende y es experto profesor en materia de locura, (vive en ella), la cabeza tarde o temprano cae en corduras.
El bobo inventa historias, crea ilusiones, las neuronas se encargan de refutar leyendas.
El bobo es difícilmente helado, siempre es tibio, la cabeza se encarga de ponerlo en el frizzer.
El bobo siente, no se antoja.
El bobo quiere, ama, no gusta.
El bobo busca compañía, no desarreglar la cama.
El bobo tiene necesidades básicas, no temporarias.
El bobo difícilmente se olvida de ojos, sonrisas, palabras, las guarda como el más preciado recuerdo, las neuronas deciden no recordar.
El bobo no cicatriza heridas fácilmente, no conoce el borrón y cuenta nueva.
El bobo no entiende que las personas son aves de paso, no entiende que enseñan en una estación y en la próxima migran.
El bobo es fiel a sus convicciones, no se vende, no se alquila… tal vez se regale, se done.
El bobo no comprende “no podrás”, el bobo lo consigue tarde o temprano, para bien o para mal.
El bobo acorta distancias, no las establece.
El bobo tiene capacidad de asombro, no asombro por la capacidad.
El bobo sólo entiende de perdón, no de rencores.
El bobo es experto en batallas, guerras, no en treguas.
El bobo no dice “todo esta perdido”, si no “aún queda mucho por intentar”-
El bobo es “tiburón” no cornalito, por lo tanto es mayor su dificultad de caza.
El bobo pasa largas facturas, no entrega a cuenta.
El bobo difícilmente se muestra, siempre crea una ficción para no salir herido. (Aunque después lo salga igualmente)
El bobo enseña con titular de cátedra “que las situaciones repetidas en la vida, no tienen otra finalidad que enseñarte lo que no quieres aprender”, y que cuesta levantarse, pero si él te dice que lo hagas es porque cree en tu reacción.


En fin: “El corazón tiene razones que la razón desconoce”.

Mi bobo se quedó contigo esa mañana y desde allí no entendió mas nada.

“La razón de la sinrazón que a mi corazón se hace, de tal manera mi razón enloquece”

(y es mio)

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