Serrano.



Te conocí viendo pasar trenes que nunca regresaban. Tú esperabas a otro hombre en la estación, parecías cansada. No supe qué decir. Se quedó un ángel dormido en mi garganta. Al fin el tiempo nos reunió como a planetas que orbitan. Coleccionabas soles, me dijiste, te enseñé mis heridas. Tú te soltaste el pelo y amarraste las horas con tu cinta. Miran al cielo y piden un deseo: contigo la noche más bella. Amores imposibles que escriben en canciones el trazo de una estrella. Cartas que nunca se envían. Botellas que brillan en el mar del olvido. Nunca dejes de buscarme la excusa más cobarde es culpar al destino, Cuando salga de clase, lo volverá a encontrar en el lado salvaje, tras el humo del hash. Él, dulce calavera. Él, corsario de barrio. Ella, dulce muñeca. Ella, seria y formal. Él no escucha el rumor de sus alas si pasa a su lado. Pobre Blancanieves, nuestro príncipe prefiere a la madrastra, a la mala del cuento. Él será la manzana donde duerme el veneno. Ella soñará un verso que él nunca escuchará. Él no trepará sus trenzas una noche de invierno. Ella soñará un viaje y no habrá despedidas. Ni canciones de amor, ni Capuleto y Montesco. Crecerán y en la espuma del tiempo se deshacen sus sueños. No quedará ni un recuerdo, ni en la noche un lamento. Quizá una leve herida que lavará el olvido Y en la aldea un hombre suspira si el neón se ilumina. No tuvo Eva este Adán, no hubo asiento de atrás, ni caricias, ni cartas perfumadas, no hubo cita en el parque. Ella escucha y él, enamorado, desnuda sus miedos. Entre el ruido, benjamines de champán y otros delfines cobrando su rescate a náufragos perdidos sueña raptar a su amante. Somos los niños burbuja del fin de la historia, en ecuaciones soñando con contratos fijos, con libélulas que anhelan dulces besos que se esconden tras el brillo de las barras de aquel bar donde te amé, isla de resistencia, tallando en cubitos de hielo futuro y promesas. Y mientras los ultracuerpos subidos a estrados recitan sermones, hay quien nos dice que no es tiempo para hablar de la utopía ni de revoluciones, que es un anacronismo cantarle a la trova, nombrar a Guevara y mientras golpean tu fe y tu futuro en su fragua. Y en estos días el que escribe, consciente del privilegio de nacer en esta orilla, cree que aún éste será el tiempo del ángel temeroso que suspira, átomo que gira en solitario, alienígena nacido en esta tierra, del sueño sublime, en fin, del hombre y la mujer que buscan otro mundo posible. Y, mientras tanto, los santos de causas perdidas discuten verdades, Mientras, en la calle, un rumor de alas batiendo exige su voz, una voz diferente. Meciendo en la red utopías pregunta y disiente. Y en estos días el que escribe, consciente del privilegio de habitar en esta orilla, cree que aún éste será el tiempo del hada temerosa que suspira, luciérnaga abandonando el letargo, Ícaro escapando de una isla, del sueño sublime, en fin, del hombre y la mujer que buscan otro mundo posible. Aún sigue dormido. Pasaron los inviernos y aún sigue escondido, esperando que tu abrazo le inocule la vacuna y elimine el virus del miedo y su locura. Sucede que a veces la vida mata y te encuentras solo y en este corazón no reciclable se hunden petroleros desahuciados y sospechas que provocan miopía en lanzadores de puñales. Sucede que a veces la vida mata y el invierno saca su revólver, te encañona en las costillas, te aterran los álbumes de fotos y el espejo, huele a pino el coche y el mar a gasolina. Pero sucede también que, sin saber cómo ni cuándo, algo te eriza la piel y te rescata del naufragio. Sucede que a veces la vida mata y el amor te echa silicona en los cerrojos de tu casa, o te abre un expediente de regulación, y te expulsa del Edén, hacia tierras extrañas. Sucede que a veces sales de un bar y la luz quema la piel de este vampiro que te ama, Todo es frágil: tu costumbre de amarme, mi fe, el silencio y la vida que duerme en un vagón de tren. Tu contrato fugaz, la memoria, este hilo de voz, las quimeras que surcan estrechos y este corazón que persigue tu rastro en la alfombra de la habitación. No es tan frágil el trueno del fúsil, el temor a perderme tus dulces mañanas, Yo soy frágil como un cristal si falta usted a esta cita, mi amor, si el canto se llena de olvido, si el recuerdo se va y ya no ríe conmigo. Quizá no seamos héroes pero aún seguimos vivos y en la crisálida su voz estallará. Y no se quedará inmóvil al borde del camino y hará futuro su fuerte fragilidad. Es tan frágil el abrazo del mundo y su paz, la promesa desde la tribuna y su empeño por perdurar. Soberbio y resistente es el grito del miedo anunciando el final Quizá no sea tan frágil tu costumbre de amarme, mi fe, tu voz y tu memoria. ¿Sabes?, quizá me equivoqué. Quizá no sea indestructible el trueno del fusil, tanto dolor, la burbuja que encierra este grito y este temor a saberme perdido, a perderte y perder la razón. Ya nada es lo que era. Me tendré que acostumbrar a esta fría soledad como un viejo con días contados a su enfermedad. Y nombrarte o esperarte en un café, y padecer otro principio, y volver a los sitios en que me has abandonado, y ser asesinado allí donde te amé. Ya sólo me queda la vacía pena del viajero que regresa. Estoy tan perdido, soy el asesino de tantas primaveras. Ya nada es lo que era. Ya nada es lo que era, recorreré las aceras buscando una luz que me recuerde a ti. ¿Quién hará cicatriz mis heridas? ¿Quién descubrirá mis mentiras? ¿Quién facilitará mi huida? Y es que ya nada es lo que era. Ya sólo me queda la vacía pena del viajero que regresa. Estoy tan perdido, soy el asesino de tantas primaveras. Puede que todo siga igual. También puede que no sea así. Quizás banderas blancas tu habitación alumbren y mi amor esté cerca y los dioses duden. Y este sea un buen principio, principio de incertidumbre. Puede que te salves. Puede que amanezcas conmigo y las espadas se entierren. Él uno en el sueño del otro y nunca se dirán nada. Aquella tarde, recuerdas, esperaba cenicienta a que llegara su raptor. Un día la vida echará abajo tu puerta.
Rendida, acorralada te pedirá cuentas por este fracaso, por haberme mentido. Y no encontrarás al hombre que te ponga a salvo, que el hecho de estar vivo siempre exige algo. Déjate convencer, duerme esta noche conmigo. Que el amor se encuentra antes si se busca. Mira que casualidad si yo fuera tu hombre y la duda de haberte dado luz no te deja dormir nunca. Déjate convencer. Ya habrá alguien que se haga cargo de recoger las culpas de este pecado. A donde iré, sin este abrazo. No te puedes negar, no sea que nuestro pasado nos llegué a atrapar
. Esta noche está en nuestras manos decir alguna verdad que ya, que ya mentimos a diario. Anda, echa un vistazo a tu alrededor, no seas tonta, mira que no hay un alma que llevarse a la boca, que hay que repartir caricias y esta noche me toca. Que yo también comparto los mismos miedos, también busco una cinta para atar el tiempo. También arrastro conmigo una cadena de sueños. Un día la vida echará abajo tu puerta. Rendida acorralada te pedirá cuentas por este fracaso, por haberme mentido. No das respuestas ni luz a mi jardín, y no hay guerrero que descanse en ti. No hay luna de agosto, ni lluvia de abril, que no haya dormido antes en ti. Eres pequeña como una estrella fugaz, como el universo antes de estallar. Vuelas como la risa, como el diente de león. Si yo te miento, tú lo haces mejor. Ahora dime qué te han de ofrecer las tardes perdidas, tu sangre en mi piel, la casa cansada, la manta en el sofá, la tele encendida, las ganas de llorar. Y ahora dime qué te van a dar la paz en tu vientre, el fondo del mar, gaviotas cansadas, mi sombra en el sofá, la brasa encendida, las ganas de matar. Eres la copa rota, el mar en que me adentro,
viento que susurra, el tálamo desecho, ácido en mis ojos, el café de mis mañanas, el rumor de batalla.
No digas que aquí hay silencio, podrás decir que no oyes. "basta ya de derrotas".
El hombre del desierto esperó demasiado. Si Peter Pan viniera a buscarme una noche azul, que se extingan los soles, ¿dónde diablos te esconderás tú? Como la certeza de que no sueñas conmigo, negro era aquel bar. Alguien me contó que llevaba cien días encerrada en aquel bar., pidiendo fuego o alguna pista que le ayudara a encontrar la luz dentro del laberinto, el mapa donde está escondido, el mar donde arden las promesas, donde solías naufragar. Ahora que casi llego a fin de mes, que amo a una mujer. Que amo a una mujer. Pájaros en la cabeza y volar a donde las ventanas siempre están abiertas, donde el humo de tus pasos nos enseña a vivir. Pájaros en la cabeza y soñar que aún contaré relámpagos contigo, aunque el tiempo y la arena escondan el camino hasta ti. Siempre habrá quien se parta en dos en cada despedida, quien te de aliento cuando te des por vencida. Tu revolución llenará sonrisas, yo la incorporé a mis aperos de trabajo, a mi vida. Clava hoy tus raíces en mí. "Pero bueno chaval, ¿cómo es que te entran las dudas?" "¿Sabes qué te digo? Amor mío, has de saber que uno tiene el alma negra Amor mío, antes de nada has de saber que no soy recomendable. No tengo alas para llevarte pero, si faltas, ¿cómo salvarme? ¿Cómo salvarme? Amor mío, allí olvidé que soy tuyo, que se hace de día también, que afuera me estarían esperando, y dónde diablos aparqué. Te vi pasar y blasfemar, y me escondí entre los portales para evitar que te cortaras con mi fracaso de cristales. Cómplices todos los presentes, nuestras miradas convergen Compartiendo con la gente tus vivas e inteligentes, tus animales maneras. Lo que hay que aguantar. Ser uno más compartiendo tanto, tanto sentimiento. Lo que hay que aguantar.
Parecer vulgar y ejercer de galán para esta mujer. Lanzan besos, gritan promesas, que por ser un caballero hoy no voy a repetir. Y ella solidaria les saluda, y yo quedo con la duda, ¿se están riendo de mí?
Ya ves, a veces me canso de perderte y saber que estamos solos y no va a volver Guevara para darme la razón de no verte tendida en mi colchón. Ya ves, a veces me canso de mí y de no tener valor para buscarte y cometer todo delito que este amor exija. "Quieto ahí, tus labios o la vida".

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