Tú eres el resultado de ti mismo.
No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie porque fundamentalmente, Tú has hecho tu vida. Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar, corrigiéndote. El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error. Nunca te quejes del ambiente o de los que te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer, las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o fortaleza de tu corazón. No te quejes de tu pobreza, de tu soledad o de tu suerte, enfrenta con valor y acepta que de una u otra manera son el resultado de tus actos y la prueba que has de ganar. No te amargues con tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificandote como a un niño, recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar. Deja de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu fracaso. Si Tú has sido el ignorante, el irresponsable, Tú úni...